viernes, 11 de octubre de 2013

LOS PELDAÑOS FRÍOS.

  Aquella casa de su infancia, grande, fría con goteras y muchas habitaciones. Donde el crujir de la madera de las puertas se hacía mas intenso en la oscuridad. Aquella habitación de sus padres grande, muy grande, con las ventanas orientadas al norte y donde en la noche una toalla oscura tapaba la lámpara de la mesilla, para dejar entrever la cuna del bebé. Esos ratos diarios en  los que le tocaba hacer guardia, para la vigilancia de su hermano, mientras en la planta baja oía el bullir familiar en el momento de la cena. Unos cuantos escalones separaban la angustia de la tranquilidad y el fantasma del miedo hacía mella en su pequeño cuerpo  . Los minutos le parecían horas, sentada en aquellos peldaños fríos, esperando que la puerta se abriera y mamá o  la abuela la vinieran  a rescatar y poder bajar donde estaba la alegría y la claridad nocturna.
 Odiaba a aquel bebé que había llegado a destruir la armonía familiar, y la tranquilidad de su madre cuando parecía que había conseguido un poco de felicidad. Y sobre todo se odiaba a si misma por no quererlo. Pero mamá se lo ponía difícil, la obligaba a cuidarlo a protegerlo y sobre todo no le dio alternativa, no la dejó libre para elegir aceptarlo dentro de su corazón.
 Hoy los peldaños fríos no existen, pero ella  sigue triste, aquel bebé es un hombre, pero sigue estando en una cuna , y ella se he pasado la vida hablándole a su corazón y escuchando respuestas que la hagan entender el dilema de sus sentimientos.
  M.J.

2 comentarios:

  1. Al final no hay dilema, solo hay amor. Amor de hermanos, con celos y desvelos, pero siempre amor.
    Un beso M.J.

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  2. Estoy totalmente de acuerdo, los dilemas del corazón esconden casi siempre un amor inmenso. Y el de hermanos es algo realmente hermoso.

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