Dos muletas y un zapato cinco centímetros más alto que su compañero, no le impiden la labor de sonreír. Su cojera evidente no es del alma, le imprime un carácter sereno y alegre. Su educación es antigua, de gofio y campo. Su lenguaje es de sonrisa, buenos deseos y palabras expresadas obviando toda regla gramatical.
Sentimientos de tristeza y ternura invaden mi espíritu cuando lo veo apoyado en la esquina del camino. Despacio me voy acercando, se vuelve hacia mi , y una vez más su alegría ayuda a mi cojera evidente, la mía desgraciadamente si es del alma.
Muy bonito el relato. ¿y qué vecino es? curiosa que es una.
ResponderEliminarSe llama Mario y es un encanto de hombre, tenemos nuestras charlas...
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