Se cumplieron las tres maldiciones que les había pronosticado el viejo gurú. Un terremoto bastante ostensible al llegar a la primera parte de la montaña, una ráfaga de viento del este que trajo un nube de calima, obligándoles a acampar en el segundo tramo de la escalada, y por último, el viejo volcán quiso avisarles y empezó la mañana del cuarto día a escupir pequeñas muestras de lava. Lejos de amedrentarse siguieron escalando, con calima, lava y algún que otro trozo de material incandescente.
Sudoroso, saltó de la litera....ahí estaban las mochilas.
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