Sabía perfectamente cuando el cambio de temporada había llegado a su fin ,solamente con echar un vistazo a su armario reconocía el estado justo de armonía y tranquilidad que alcanzaban sus días. Las primeras semanas una euforia la embargaba. De nuevo los colores y la ligereza de las prendas descargarían de peso los colgadores, y las perchas sujetarían prendas mas vaporosas. De los cajones desaparecerían algunos recuerdos que con los años no había sido capaz de desprenderse.
Temporada tras temporada observaba que en su armario guardaba cosas que un día tuvieron una presencia importante en sus paredes, pero que con un cambio de decoración cambió por algo menos dramático y con un valor simbólico mas acorde a su momento espíritual. Así año tras año veía como su armario se llenaba de unas cosas y se vaciaba de otras, guardaba lo realmente querido y lo que todavía no se atrevía a abandonar. Tenía la certeza que en alguno de aquellos cambio de armario dejaría algo de mucho valor y que alguno de los suyos no se atrevería a regalar en ningún cambio de temporada.
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