viernes, 27 de agosto de 2010

SABOR A VIOLETA


Cansada, muy cansada , no sentía la fuerza que requería la nueva situación. Pactaba con sus
pensamientos mil y una argucias para convencerse de que sí, de que ella era fuerte y que el hecho de tener que afrontar un nuevo cambio no tenían porqué suponer una  pesada carga ni por ello sentirse débil  y atrapada.
 Se sentía prisionera de sus propios agobios y era incapaz de encarcelar las oxidadas sensaciones a la que la sometían sus propios pensamientos. Por un momento atisbó en el horizonte de su mente una luz que reflejaba otra perspectiva . Era en esos momentos en los que se sentía renacer, se le expandía el pecho y respiraba libre.Sabía que era sólo cuestión de tiempo, que ese desorden ya lo había experimentado en multitud de ocasiones y el transcurrir de los días se había encargado de poner las cosas en su sitio. Pero como siempre tenía prisa y no le gustaba la balanza desequilibrada de su interior, había hecho de su vida una cruzada por mantener un orden justo en todo lo que la rodeaba y ya tenía demasiados años para dejar que los pesos no se mantuvieran en la justicia que ella se había ganado. Los recuentos siempre la llevaban al mismo punto de partida, había una parte donde uno de los platillos  se inclinaba a favor de la oscuridad y el desasosiego y entonces se hablaba, se contaba mil y una fábulas para terminar admitiendo que siempre ponía todos los medios a su alcance para mantener el fiel de la balanza compensado. No se conformaba con lo impuesto, trataba siempre de mejorar su espacio vital y el de quien la rodeaba. Anteponía la vida que ella había creado, despojándose de capas  que por viejas ya hedían y se revestía de autenticidad y satisfacción, esos valores que le habían sido extirpados con la infancia y que ahora en la madurez saboreaba como un caramelo con sabor a violeta.

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